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garfield sin garfield

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domingo, 24 de agosto de 2008

la niebla


Me encanta la niebla. Me gusta hasta el nombre, "niebla". Parece que contenga las palabras nieve, agua y nube. La agradezco en cualquier estación del año.
Aquí, en la costa valenciana, a veces se produce una fuerte niebla que empieza en el mar con viento flojo del este, muy espesa -no ves a más de dos metros- es la típica niebla de alta mar. Sólo he podido apreciarla en tres ocasiones, en verano. Esta niebla se va acercando muy poco a poco, sin ninguna prisa, a la playa. Tú la ves llegar sorprendido y expectante; deseando que arribe. Una vez te toca la piel se puede oír; es el sonido del ligerísimo viento que la ha atraído hasta tierra. Es refrescante y húmeda como cualquier niebla, pero esta lo es más porque sucede en verano. La playa se vuelve un desierto, no se ve la mar, ni el cielo; y el sol parece haberse transformado en luna. Pasa fugaz como todo lo bueno.
También saboreo la niebla matutina de invierno. La que sorprende al salir de casa, amaneciendo. La que se produce después de una noche de lluvia. Sales con abrigo y bufanda, y la humedad es tan grande que simplemente andando te moja la cara.
Los sueños, el humo, las nubes, los conciertos, los congeladores, el aliento en invierno, la pólvora, el pico de las montañas altas, el parabrisas del coche cuando llueve, la ducha caliente, los cuentos, el cementerio, el calor de los sumideros, un viaje en el tiempo, las películas de piratas, los altos valles, los bosques... Todos ellos tienen niebla.

humor cien por cien manchego