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garfield sin garfield

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martes, 9 de septiembre de 2008

la teoría del caos



Todo tiende al desorden y al caos en el universo. Hasta ahí estamos de acuerdo, pero... ¿por qué coño pasa esto?

Ya hace algún tiempo leí algo sobre el tema. Hay una teoría, la Teoría del Caos que hizo un tal Edward Lorenz meteorólogo que falleció hace pocos meses. Y utiliza el término CAOS para referirse a un conjunto de procesos o fenómenos que "parecen" comportarse de acuerdo con el azar aunque, de hecho, su desarrollo esté determinado por leyes bien precisas; además nos comentó "el efecto mariposa" cuyo constante aleteo podía causar terribles tornados en la otra parte del mundo.

He pensado todo esto y creo que esto tío sabe de lo que habla, tiene mucha razón, pero vamos a intentar extrapolar la teoría del caos (que utilizan matemáticos, físicos, químicos y meteorólogos) hacia nuestra vida terrenal.

Por ejemplo: si voy apagando cigarrillos en el cenicero, estos no se quedan ordenados en fila en un lado y la ceniza amontonadita en el otro. Se queda todo desordenado en un burruño de cigarros amontonados y mezclados con ceniza que me obliga a levantarme y vaciar el cenicero más a menudo que si se mantuviera ordenado, con el consiguiente gasto de energía y pérdida de tiempo (que ya hablaremos tú y yo de "el tiempo" (horas, minutos y segundos) ahora los científicos dicen que no existe, que es una sensación o algo parecido. Para flipar). Y cuando voy a la cocina a vaciar mi cenicero, el contenido de la bolsa de basura no está ordenado tampoco (claro, nadie ordena el contenido de una bolsa de basura; se queda desordenada por si misma y nunca al contrario). Entonces me quedo pensando un rato y me digo: -Es verdad, todo tiende al desorden y al caos, como la botella que se cayó anoche cenando; se desparramó todo el vino por la mesa, y nunca ocurre al revés.

Entonces, ¿por qué un edificio no tiende ni al desorden ni al caos y está perfectamente estructurado? ¿Por qué no se desmorona? - Vale, esta teoría no se aplicaría si alguien interfiere en el asunto... Ejemplo: mi coche no tiende al caos o al desorden porque yo guardo cada cosa en su sitio y lo aspiro de vez en cuando... Pero unos días más tarde (si paso totalmente), ya tenemos el desorden y, a veces, el caos.

Un ejemplo facilísimo de entender es cuando reunimos a 100 personas en una plaza... Una vez han llegado todos, nos situamos en una terraza (para tener una vista aérea de la zona). Observamos que están totalmente desordenados, se forman ciertos corros al azar e incluso algunos se están peleando al fondo.... Pero si reunimos a 100 militares convocados por su capitán, estos quedarán perfectamente alineados y formados. Es decir: todo tiende al desorden y al caos menos cuando alguien intenta controlarlo o encauzarlo de cierta forma.

Hay muchos investigadores que dedican su vida entera a desmarañar el comportamiento caótico, en cualquier rama de la ciencia, para poder predecirlo mediante una fórmula. Y sigo pensando que los señores de la ciencia tienen razón: los fluidos como la sangre, los gases como el oxígeno, tienen un comportamiento realmente caótico; pero... (y este "pero" realmente me desconcierta) el cuerpo humano no tiende al caos ni al desorden, al contrario, tiende hacia un orden especialmente complicado, y por muchas variables que interfieran en el desarrollo, podremos predecir casi a ciencia cierta el futuro aspecto de esta persona. Lo difícil que es unir célula con célula, tejido con tejido, músculo a músculo (algunos más y otros menos), órgano a órgano, para llegar a edificar una complejidad suprema y simétrica como es el cuerpo humano (o cualquier vida en este planeta). Esta teoría se pierde aquí. En este ejemplo que acabo de exponer, el desarrollo de una vida, nadie interfiere de ninguna manera y nadie intenta controlarla o encauzarla de cierta forma... ¿O sí?

¿adónde van los besos que no damos?


Después de dar muchas vueltas, he llegado a la conclusión de que es una pregunta demasiado complicada para mí. Algo que no se ha materializado, algo que no es tangible y que solamente puedo sentir, no puedo imaginármelo en un espacio determinado. Quizás por este motivo he tenido que leer a mi amiga Ilu, que buscó en la poesía una respuesta, además de la pregunta...

Algo que sí puedo decir, es que se transforman. Se transforman en frustración, en decepción, en alivio, en miedo, en odio; pero la mayoría de veces te rompen el corazón. Y también es verdad que si el beso que no has dado pudieras llevarlo a cabo, no sería el mismo; sería más intenso, o quizás apresurado. Incluso podría ser un beso fingido; puesto que por algún motivo no lo diste o no te lo devolvieron.

Pero debemos empezar por el principio. Para saber adonde van, hay que saber de donde vienen... Para mí los besos salen del corazón. Él los envía hacia el exterior como una señal amorosa o amistosa -y creo que vamos acercándonos, poco a poco, a la contestación de la pregunta planteada-. El corazón tiene mucho que ver en esto. Él puede guardar un montón de besos, y además tengo la impresión de que él nos obliga a darlos. Sin él no hay beso; puesto que un beso sin amor deja de ser un beso, para convertirse en un gesto.

Pero la pregunta es adónde van los besos que no damos, y me temo que sí, que van directos al corazón. El corazón crea un beso -o varios- cada cierto tiempo. Inmediatamente lo envía a los labios, y una vez allí se tiene que materializar. Nuestro corazón no está capacitado para que se lo devuelvan sin haberlo dado; nada más llega de vuelta, puede romperse en mil pedazos. Y cuantos más besos no dados tengas, más fracturado tendrás el corazón.

Sí mi amiga Ilu. Están allí; en el corazón. En el motor de la vida, porque la vida es amor...

humor cien por cien manchego